viernes, 20 de febrero de 2009

Adriano

Publio Elio Adriano (Itálica , 24 de enero de 76 - Bayas, 10 de julio de 138), conocido oficialmente durante su reinado como Imperator Caesar Divi Traiani filius Traianus Hadrianus Augustus, y Divus Hadrianus tras su deificación; aunque comúnmente conocido como Adriano, fue emperador del Imperio Romano (117 - 138) y un filósofo estoico y epicúreo. Miembro de la Dinastía Ulpio-Aelia y tercero de los cinco emperadores buenos: durante su reinado el Imperio alcanzó la mayor extensión territorial de su historia (125).

Nació en Itálica, o en Roma, en el seno de una familia acomodada oriunda del Piceno (Italia) y establecida en Itálica (Hispania Baetica) cerca de la moderna ciudad de Sevilla (España). Era sobrino materno de Trajano, quien aunque nunca le nombró oficialmente su heredero, lo hizo momentos antes de morir de acuerdo con su esposa Pompeia Plotina.

Aunque es factible que le debiera el trono a Plotina, ameritó su sucesión mientras Trajano estaba todavía vivo y durante su propio reinado; en el periodo comprendido entre los años 100 - 108 se le concedió la mano de Vibia Sabina, se le nombró quaestor Imperatoris y comes Augusti, se le cedió el diamante de Nerva como «esperanza de sucesión» y se le recomendó como consul suffectus, amén de otros honores y distinciones. Aunque era el único descendiente directo de Trajano, el apoyo de Plotina y de Lucio Licinio Sura (m. en 108) fueron determinantes en su ascenso al trono.

Sus relaciones con el Senado no eran buenas; quizá tuviera algo que ver con ello el que Adriano, a diferencia de muchos emperadores anteriores, no deseara detentar el consulado ordinario más que dos veces, ambas consecutivas y al comienzo de su reinado: en el primer semestre de 118, teniendo como collega a su sobrino, el barcinonense Cneo Pedanio Fusco Salinator, y, en el primer cuatrimestre de 119, con Publio Dasumio Rústico, otro posible pariente, esta vez de los Dasumii italicenses. Asimismo, las reformas administrativas llevadas a cabo durante su reinado suscitaron la oposición de los senadores; el emperador modernizó el sistema administrativo estatal ascendiendo a expertos y tecnòcratas, lo que supuso que muchas secciones de la administración quedaran en manos de estos funcionarios. A causa de ello la élite senatorial y aristocrática vio mermada su influencia.



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